AUSENCIA

Ya en el tomo I de su —inacabado— primer diccionario histórico [1933], la Academia probó que el sustantivo ausencia no solamente se aplicaba a personas, sino también a cosas (con el sentido de ‘falta o privación’).

Con eso y todo, hoy día aún se oye que tal uso es anglicado.

Puede verse el CORDE, en el que se recogen varias citas de autores clásicos, como estas:

    «La razón por que el agua cocida es más saludable es porque verdaderamente esta agua de que bebemos no está simple en su propria naturaleza, antes tiene mucha mezcla de tierra y de aire; y en el fuego la parte ventosa se exhala y se va en vapor, y la terrestre, por la naturaleza del fuego —que es afinar y apartar diversas naturalezas—, vase a la parte inferior y hácese asiento; y, así, queda el agua, después del cocimiento, menos inflativa —por la ausencia de la parte ventosa que antes tenía—, más subtil y liviana —por estar apartada de la parte terrestre—» (Pedro Mejía, Silva de varia lección [1540-1550]).

    «El rezar y meditar se hace subiendo el calor a la cabeza, por cuya ausencia quedan las demás partes del cuerpo frías…» (Juan Huarte de San Juan, Examen de ingenios para las ciencias [1575-1588]).

    «Y, aunque andaban desnudos, no lo echaban de ver. Y podríamos decir que tenían los ojos cerrados; porque, aunque era verdad que los tenían abiertos, y sana la potencia visiva, pero por la ausencia de la imaginativa estaban como ciegos, pues no podían obrar con ellos» (ibidem).

    «De la ausencia del rocío de la mañana muestra haber lluvia futura» (Antonio de Nájera, Suma astrológica [1632]).


Y en libros antiguos digitalizados en la Red hallamos más ejemplos:

    «… y es que la sangre, que estaba repartida por las venas y por el rostro, lo deja todo y va a socorrer al corazón; y por esto queda el rostro amarillo y pierde su color, por ausencia de la sangre» (Pedro Sánchez, Triángulo de las tres virtudes teológicas —fe, esperanza y caridad— y cuadrángulo de las cuatro cardinales —prudencia, templanza, justicia y fortaleza— [1595], folio 96 vuelto, columna 1).

    «… y la lujuria hace evacuación de la sangre más pura que hay en el cuerpo humano, por cuya ausencia se debilitan las fuerzas y se disminuye el calor natural en que consiste la vida del hombre…» (ibidem, folio 217, columna 2).

    «Y por la misma razón pesa más el cuerpo muerto que el cuerpo vivo: por la ausencia de los espíritus vitales y del aire que le alivianaban…» (ibidem, folios 231 vuelto, columna 2 in fine y 232, columna 1).


    «¿Quién no repara en el epíteto que da san Zenón a las persecuciones y calamidades, llamándolas bienaventuradas? ¿Hay términos más opuestos? La bienaventuranza es agregación de bienes y ausencia de males; las persecuciones y calamidades son un agregado de miserias…» (Miguel de la Sierra y Lozano, Elogios de santos, aplicados a los evangelios de sus fiestas [1650], página 325, columna 1)

    «Con la ausencia de la luz queda el alma en tinieblas…» (Antonio González de Acuña, Rosa mística [1671], página 183).


No merece, por lo tanto, crítica.



Libros de dominio público de GOOGLE BOOKS (fecha de la consulta: 13 de febrero de 2020).
REAL ACADEMIA ESPAÑOLA: NTLLE y Banco de datos (CORDE) [en línea]. Corpus diacrónico del español. <http://www.rae.es> [Fecha de la consulta: la misma]

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