¿«SEVERO» O «GRAVE»?
De un tiempo a esta parte, el adjetivo severo se oye muchísimo —sobre todo en el ámbito médico—. Dicen que, por influencia del inglés, ahora se aplica a cosas (con el sentido de ‘fuerte, intenso, agudo, grave’); pero que en buen español solo se puede aplicar a personas, pues quiere decir ‘rígido, adusto, riguroso’.
No obstante, si estudiamos el uso que de tal adjetivo hacían los escritores clásicos, hallaremos que los hispanohablantes también le hemos dado siempre el mismo sentido que los anglosajones.
Así, la propia Academia ofrece en su CORDE algunos ejemplos:
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«Sean, pues, las desdichas de tu estado/ ni más livianas, antes más internas,/ que fueron las de Troya y su reinado./ Tantas heridas tengas en las piernas/ cuantas Peancio tuvo, el heredero/ de Alcides, cuyas obras son eternas;/ ni te aflija dolor menos severo/ que el de aquel que bebió leche de cierva/ y recibió herida, armado y fiero;/ ni menor que el de aquel que dio en la hierba/ del campo ajeno la mortal caída,/ y a quien fue su beldad su muerte acerba» (Diego Mejía, Primera parte del parnaso antártico de las obras amatorias [1608]).
«… a darte aqueste papel/ vengo, que don Juan me envía,/ ya que a mi cuidado fía/ lo que a Leonor dice en él;/ que por no ser conocido/ por crïado suyo yo,/ con el papel me envió/ si ya la causa no ha sido/ conocer de mi dolor,/ saber de mi mal severo,/ que de amor no es buen tercero/ el que no sabe de amor» (Pedro Calderón de la Barca, No hay burlas con el amor [entre 1631 y 1632]).
Y en otros libros antiguos hay más citas:
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«Ocultando el mal severo,/ la roca engaña, escondida,/ con peligro y daño fiero,/ entre las aguas dormida,/ al más sabio marinero» (Isabel Correa, El pastor fido, poema de Baptista Guarino traducido de italiano en metro español y ilustrado con reflexiones [1694], página 108, columna 2).
«El severo dolor que el pecho muestra/ del fuerte Eneas gran suspiro exprime/ cuando, postrado en la marcial palestra,/ el cuerpo vio de un Príamo sublime./ Y, viendo el carro atroz, la inerme diestra, los miembros de su amigo, tanto gime/ que, arrebatado en lastimoso abismo,/ sintió casi el extremo parasismo» (Juan Francisco de Enciso Monzón, Traducción poética castellana de los doce libros de la Eneida, de Virgilio Marón [1698], página 14, columna 1).
«Viví, mas hoy no vivo, sino muero;/ que ya de aquella máquina importuna/ del mísero dolor, del mal severo/ su carrera ha acabado la fortuna:/ ya he llegado a aquel término postrero/ en que mi sombra, sin tardanza alguna,/ llena de confusión, negro trofeo/ del centro se verá flegetonteo» (ibidem, página 82, columna 2).
Por tanto, no podemos decir que el uso de severo con el significado que se tacha de anglicado merezca crítica. Lo único censurable será su abuso, ya que tenemos más adjetivos para expresar lo mismo.
REAL ACADEMIA ESPAÑOLA: Banco de datos (CORDE) [en línea]. Corpus diacrónico del español
Libros de dominio público de GOOGLE BOOKS (fecha de consulta: la misma).