HEBETUD

En el DLE no vemos el sustantivo hebetud (del latín hebetudo), que se usa con el sentido de ‘estado de embotamiento o de letargia, característico de algunas formas de esquizofrenia’ y, en general, con el de ‘estupor, embotamiento, torpeza’. Sí hallamos, sin embargo, el verbo hebetar (‘enervar, debilitar embotar’) que fue incluido en el año 1925.


Algunos críticos han dicho que hebetud es latinismo tomado del francés (hébétude) —y, por tanto, galicismo—, pero tal cosa no es cierta. Hebetud se ha usado siempre en nuestro idioma, como lo prueban estas citas sacadas de libros muy antiguos que podemos encontrar en la Red:

    «La hebetud u debilidad de entendimiento es otro pecado opuesto a este don. Consiste en ocuparse el hombre tanto en las cosas humanas que deje el entendimiento poco y débil para entender y penetrar las cosas divinas» (Alfonso Muñoz Castaño, Regla clerical: descripción de el estado eclesiástico, apostólico, pontifico, sacro, sacerdotal [1666], página 106).


    «… el vicio que más ciega y anubla las luces de la razón es la deshonestidad, efecto propio de la lascivia, que es hebetud y obscuridad del entendimiento» (Juan Martínez de Llamo, Sermones para los miércoles, viernes y domingos de Cuaresma [1679], página 176, columna 1).


    «Los progresos deste viaje fueron muy crecidos: enseñaba la doctrina cristiana con mucho espacio, sin cansarse de sufrir la hebetud y torpeza de aquella gente inculta; y tenía en esto tanto gusto que dilataba muchas horas…» (Luis de Jesús, Historia general de los religiosos descalzos del Orden de los Ermitaños del Gran Padre y Doctor de la Iglesia San Agustín, tomo II [1681], página 346, columna 2).



Y el verbo hebetar, que, como hemos dicho, fue reconocido por la RAE a principios del siglo XX, tampoco lo recibimos del francés (hebeter), sino que lo tomamos directamente del latín en la época de esplendor de nuestro idioma:

    «La humedad solamente se contraría formalmente a la sequedad, pudiendo destruirla; esto no puede hacer con el calor ni la frialdad, mas puede remitirles sus efectos y hebetar sus fuerzas» (Opúsculo médico del doctor Lucas de Góngora [1661], página 46).


    «… porque las úlceras que están en este estado suelen, de su naturaleza, ser o casi insensibles o tienen hebetado el sentido» (Pedro González de Godoy, traducción de la obra Crisol de la cirugía, de Fabricio de Acquapendente [1676], página 384, columna 2).


    «… entendimiento embriagado o hebetado como si te hubieran dado a beber un veneno de furor o un hechizo muy furioso…» (Miguel Ángel Pascual, El oyente desengañado, convencido y remediado, parte I [1692], página 69, columna 2).




REAL ACADEMIA ESPAÑOLA: NTLLE (fecha de consulta: de 11 de abril de 2022).
Dictionnaire de l’Académie française (consultado el mismo día).
Libros de dominio público de GOOGLE BOOKS (fecha de consulta: la misma).

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