BENEVOLENTE

El adjetivo benevolente no se incluyó en el DLE hasta 1984. Se consideraba «neologismo inútil por benévolo», según los diccionarios manuales de 1927 y 1950.

Pero no era neologismo. Ya había tenido algo de uso en la época clásica.

Así, lo hallamos en Nueva ciencia y filosofía de la destreza de las armas [1672], obra de Luis Pacheco de Narváez:

    «… se le dieron las ciencias, de quien el sentimiento común y general afirmación de aquellos que, iluminados con la sabiduría, merecieron el glorioso renombre de “padres del saber”, fue decir que todas ellas y las artes liberales —y aun en los mecánicos oficios y la parte que pueden— hay un coligamento y virtud conexiva, que, por su primer instituto, junta y hace igual con actos alternativos, causando un parentesco de benevolente amistad, el bien que dellas y dellos se sigue…» (páginas 317 y 318).


Y en los textos preliminares de la traducción de El príncipe deliberante, de Tommaso Roccabella, hecha por Sebastián de Ucedo en 1670 (publicada otra vez en 1678) hay un soneto con el siguiente título:

    «Un sujeto benevolente al patrocinio de la traducción desta obra».



NTLLE de la RAE (fecha de consulta: 22 de enero de 2019).
Libros de dominio público de GOOGLE BOOKS (fecha de consulta: la misma).

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