SENSITIVO

El adjetivo sensitivo significa ‘perteneciente a la facultad de sentir’, ‘capaz de sensibilidad’ y ‘que tiene la virtud de excitar la sensibilidad’.

Se echa a anglicismo darle el significado de sensible (‘que se deja llevar fácilmente del sentimiento’); pero tal significado no es nuevo en nuestra lengua, como vemos en algunos autores de la época clásica.

Así, Herrera y Tordesillas usa varias veces sensitivo por sensible en su Historia general del mundo:

    «… a lo cual se ajustaba la queja que tenía de don Luis de Zúñiga y Requesens, comendador mayor de Castilla, embajador del rey, porque le parecía que trataba con él con mayor libertad de la que él quisiera; porque el papa, de su propia condición, era muy sensitivo y el comendador mayor le apretaba que le diese la precedencia del embajador de Francia —cosa que daba mucha pesadumbre al papa—; y los Franceses, que pretendían tener posesión, lo sentían con mucho extremo» (tomo I: página 141, columna 2 [edición de 1601]; página 539, columna 1 [edición de 1606]).

    «Alegráronse por esta muerte aquellas provincias porque era enemigo arrogante y muy perjudicial y de ánimo sobremanera atrevido, menospreciador de cualquier peligro y de toda religión; era soberbio, riguroso y porfiado y tan sensitivo y vidrioso que tuvieron los holandeses mucho trabajo en conservalle» (tomo III [1612], página 146, columna 1).

    «… y, viéndose el pontífice tan apretado de todos —y, en particular, de los embajadores católicos—, se halló tan congojado que, sintiendo demasiadamente la libertad con que se procedía, siendo de su naturaleza sensitivo, dándole un recio accidente de calentura, en pocos días se murió…» (tomo III [1612], página 216, columna 2).


    «Antonio Pérez, por haberle quitado este oficio, según él decía, como estaba conforme al juicio de los hombres, en mucha gracia del rey y naturalmente era muy sensitivo, de ánimo levantado, precipitoso y amigo de su parecer, hinchado con la gracia del rey o con la necesidad que le parecía que se tenía de su servicio, comenzó con grandes demostraciones a manifestar su sentimiento y, como dicen, a gallardear…» (tomo III [1612], página 277, columna 1).


También lo hallamos en la traducción de los Anales de Egipto, de Salih Gelil, hecha por Vicente Bratuti Raguses [1678]:

    «Después desto Dulisa hizo paz con Eymén, prometiéndole de darle y entregarle la mitad del reino; y, engañándole en esta manera, se volvió, y después le acometió de improviso; y esta vez pelearon con gran ánimo y resolución por espacio de tres meses, y al fin Eymén venció y derribó a Dulisa, la cual se fue huyendo a Caus —y él, persiguiéndola por detrás—. Ella era muy sensitiva y celosa; pero, teniendo la fortuna contraria, no pudo más. En suma, viendo Dulisa que la fortuna la perseguía a cada hora y la engañaba, vendiéndole cebada por trigo y mezclándole veneno en vino, no pudiéndolo sufrir, de puro celo tomó veneno y se mató» (página 96).



ALFARO JOVANÉ, RICARDO JOAQUÍN. Diccionario de anglicismos, editorial Gredos, Madrid, 1970 (2.ª edición aumentada).
NTLLE de la RAE (fecha de la consulta: 17 de mayo de 2019).
Libros de dominio público de GOOGLE BOOKS (fechas de consulta: 17 y 20 de mayo de 2019).

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