¿QUÉ PREPOSICIÓN SE USA CON EL VERBO «ARREMETER»?

Según el DLE, arremeter significa, entre otras cosas, ‘acometer con ímpetu y con furia’.

Lo más frecuente es que rija la preposición contra («arremeter contra el enemigo»), hasta el punto de que hay críticos que consideran que contra es la única preposición que este verbo puede regir y, por tanto, que es incorrecto el uso de otras que se oyen a veces como con, a y para. En el caso de estas dos últimas, es probable que el rechazo traiga causa de que los verbos ingleses que significan lo mismo (to charge, to lunge) se construyan con at —que, aunque en español, por lo general, significa ‘en’, también a veces significa ‘a’—, lo que vuelve el uso de a y para sospechoso de anglicado.

La RAE, sin embargo, en su Nueva gramática de la lengua española, no es tan rígida, y se limita a afirmar lo siguiente:

    «Eligen también muy frecuentemente la preposición contra (a veces en alternancia con a) los verbos que designan el proceso de despedir o impeler algo, generalmente con ímpetu, así como el de moverse hacia ello de esa misma forma. En tales casos el término de la preposición introduce la entidad hacia la cual se orienta el movimiento. Estos verbos pueden ser transitivos (arrojar, disparar, lanzar, tirar) o intransitivos (arremeter, arrojarse, lanzarse)».


Y tal afirmación la hace la RAE con fundamento, no para congraciarse con la moderna angliparla; ya que, si acudimos al CORDE de dicha corporación, comprobaremos que el uso de esas otras preposiciones remonta a época muy antigua.

Así, hallamos arremeter seguido de la preposición con ni más ni menos que en el Quijote, de Miguel de Cervantes. Copiamos aquí algunas de las citas que produce la Academia:

    «Los mozos, que no sabían de burlas, ni entendían aquello de despojos ni batallas, viendo que ya don Quijote estaba desviado de allí hablando con las que en el coche venían, arremetieron con Sancho y dieron con él en el suelo; y, sin dejarle pelo en las barbas, le molieron a coces y le dejaron tendido en el suelo sin aliento ni sentido».


    «… se levantó con gran furia del suelo, donde se había echado, y arremetió con el primero que halló junto a sí, con tal denuedo y rabia que, si no se le quitáramos, le matara a puñadas y a bocados…».

    «Lo cual visto por el ventero, tomó tanto enojo, que arremetió con don Quijote y a puño cerrado le comenzó a dar tantos golpes; que si Cardenio y el cura no se le quitaran, él acabara la guerra del gigante».


Y hay unos cuantos ejemplos más en La Florida del inca [1605], de Gómez Suárez de Figueroa (el conocidísimo Inca Garcilaso):

    «… toparon con cinco indios, los cuales los aguardaron con sus arcos y flechas y hicieron una raya en la tierra y les dijeron que no pasasen de allí porque morirían todos. Y los españoles, como no saben de burlas, arremetieron con ellos, y los indios desembrazaron sus arcos y mataron dos caballos y hirieron otros dos, y a un español hirieron malamente…».

    «Los soldados, cuando vieron su capitán en tal aprieto, antes que el indio le hiciese otro mal, arremetieron con él y lo hicieron pedazos y desbarataron su escuadrón y libraron de peligro a Juan de Guzmán; pero no quedaron sin daño…».

    «Los españoles arremetieron con los indios y los rompieron y, revueltos unos con otros peleando, entraron en el pueblo, donde tuvieron bien que hacer los cristianos, porque hallaron enemigos temerarios que pelearon sin temor de morir…».


Por otra parte, del uso de arremeter seguido de la preposición a el CORDE de la RAE nos dice que también hay ejemplos en el Quijote:

    «Y, arrojando la lanza en el suelo, sacó su espada y embrazó su rodela, y arremetió al vizcaíno con determinación de quitarle la vida. El vizcaíno, que así le vio venir, aunque quisiera apearse de la mula, que, por ser de las malas de alquiler, no había que fiar en ella, no pudo hacer otra cosa sino sacar su espada…».

    «Ayudó Sancho por su parte a la soltura de Ginés de Pasamonte, que fue el primero que saltó en la campaña libre y desembarazado; y, arremetiendo al comisario caído, le quitó la espada y la escopeta, con la cual, apuntando al uno y señalando al otro sin disparalla jamás, no quedó guarda en todo el campo, porque se fueron huyendo…».

    «Digo, pues, que, como ya Cardenio estaba loco y se oyó tratar de mentís y de bellaco con otros denuestos semejantes, pareciole mal la burla y alzó un guijarro que halló junto a sí y dio con él en los pechos tal golpe a don Quijote, que le hizo caer de espaldas. Sancho Panza, que de tal modo vio parar a su señor, arremetió al loco con el puño cerrado, y el Roto le recibió de tal suerte, que con una puñada dio con él a sus pies y luego se subió sobre él y le brumó las costillas muy a su sabor».


Entre otras citas recogidas por el CORDE hallamos también esta de la obra de Prudencio de Sandoval Historia de la vida y hechos del emperador Carlos V [1604 – 1618]:

    «… y del arzón de un caballo, que en el zaguán estaba arrendado, quitó una tarjeta y alfanje y arremetió al turco que traía la pólvora, y echole a cuchilladas fuera».


Y en la ya mencionada Florida del Inca veremos algún caso de arremeter seguido de a, como este:

    «Los indios, viendo que los acometía un castellano solo, salió a recebirle el que más cerca dél se halló, por dar a entender que avían pedido batalla singular. El otro indio se apartó y metió debajo del nogal, en confirmación de la intención que tenían, que era pelear uno a uno, y que su compañero, para un castellano solo, aunque a caballo, no quería socorro. Juan Páez arremetió al indio a toda furia por llevarlo de encuentro. El infiel, que le esperaba con una flecha puesta en el arco, viéndole llegar a tiro, se la tiró y le dio por la sangradera del brazo izquierdo sobre una manga de malla y, rompiendo la cota por ambas partes, quedó la flecha atravesada en el brazo, de la cual herida y del golpe, que fue muy grande, no pudo Juan Páez menear el brazo…».


Y no nos olvidamos de arremeter seguido de para, de lo que, aunque menos, también hay citas antiguas:

    «… y, viendo tan gran rebelión, mi desgraciado capitán, recogiendo sus soldados, quería darles alguna satisfacción y sosegarlos, para cuyo efeto, haciendo algunas señales al campo contrario con un pañuelo blanco, comenzó a allegarse a ellos. Poco sabían de guerra los aldeanos, que viendo venir su mortal enemigo, como rabiosos perros arremetieron para él con chuzos y ahijadas; y, derribándole en tierra, la menor tajada vino a ser la oreja…» (Jerónimo de Alcalá Yáñez y Ribera, El donado hablador Alonso, mozo de muchos amos [1624]).

    «Trabáronse de palabras, que no de razones, un alemán y un francés; llegaron a términos de perdérselos, y el francés trató al alemán de borracho y este le llamó loco; diose por muy agraviado el francés y, arremetiendo para él —que siempre procuran ser los agresores, y con eso ganan—, juraba le había de sacar la sangre pura, que no fuera poco; y el alemán, que le avía de hacer saltar los sesos, que no tenía. Púsose de por medio un español, mas, aunque echó algunos votos, no podía aplacar al francés» (Baltasar Gracián, El criticón [1653]).


De estas citas que hemos seleccionado al azar y de las muchísimas más que produce la RAE no se puede sino concluir que arremeter puede regir con, a y para. Pero todavía hay más, pues, si buscamos en los libros antiguos que se han digitalizado en Internet, hallaremos algunos ejemplos del uso de arremeter con la preposición sobre, que a algunos a buen seguro les sonará galicado (ya que los verbos que significan arremeter en dicha lengua, que son se jeter y foncer, rigen la preposición sur, que equivale precisamente a la nuestra sobre):

    «… y les cerraron el camino para que no pudiesen volver atrás. Entonces a todas partes salieron todos y, levantando grandes clamores, arremetieron sobre ellos» (Pedro de Vega, Las catorce décadas de Tito Livio, historiador de los romanos, trasladadas agora nuevamente de latín en nuestra lengua castellana. La primera, tercera y cuarta década según en latín se hallan; y las otras once, según la abreviación de Lucio Floro [1520], folio 297).


    «… algunos arqueros de Dacia y de otras gentes, mezclados con los caballeros, pasaron alborotadamente el río y arremetieron sobre los romanos» (ibidem, folio 460).


    «… pero, enviando al socorro destos el Muley Meluc un grandísimo escuadrón de la mejor caballería que tenía, pareciendo al duque que no convenía recebir la furia destos, tomando la carga, dio vuelta para acometerlos por costado; pero, siendo tanto el número de la caballería que le cargaba, no solamente no le dejó revolver para arremeter sobre ellos —como había pensado—, pero no pudiendo hallar lugar para continuar la carga, fue forzado de envestir por un lado del escuadrón de los alemanes, entrando por medio dél y poniéndole en desorden, sin que jamás ni la caballería portuguesa, ni menos los alemanes, pudiesen volver a ordenarse» (Antonio de Herrera y Tordesillas, Cinco libros de Antonio de Herrera de la historia de Portugal y conquista de las islas de los azores en los años de 1582 y 1583 [1591], folios 16 vuelto y 17).



En conclusión, pueden ustedes arremeter tranquilamente contra, con, a, para o sobre quien quieran.




REAL ACADEMIA ESPAÑOLA: Banco de datos (CORDE) [en línea]. Corpus diacrónico del español [fechas de la consulta: 2, 3, 4 y 5 de enero de 2024].
REAL ACADEMIA ESPAÑOLA: Nueva gramática de la lengua española (apartado dedicado al complemento preposicional) (fechas de consulta: las mismas).
Libros de dominio público de GOOGLE BOOKS (fechas de consulta: las mismas).

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