¿«BASTAR» O «BASTAR CON»?

En la primera mitad del siglo XX la RAE publicó dos diccionarios manuales (el de 1927 y el de 1950). Entre otras cosas, la corporación incluía en tales obras «los vocablos incorrectos y los extranjerismos que con más frecuencia se usan», señalándolos «con un asterisco, poniendo en su lugar la expresión propiamente española que debe sustituirlos».

Consecuentemente con tal declaración, al consultar lo que aquellos diccionarios decían sobre el verbo bastar, encontrábamos esta advertencia:


    «El uso de la prep. con antepuesta a un infinitivo, como sujeto de este verbo es incorrecto; así, en vez de decir BASTA con verte para presumirlo, dígase: BASTA el verte para presumirlo».


Tal advertencia posteriormente cayó en el olvido, aunque hay algunos manuales de estilo que todavía la mencionan. Por otra parte, para algunos hablantes —los más acérrimos detractores de las reglas— esto no constituye más que otra prueba del triunfo del uso sobre las prescripciones lingüísticas.

No se percatan ni los autores de esos manuales de estilo ni los antiprescriptivistas de que los diccionarios de 1927 y 1950 tenían muchos errores (errores cometidos, como no podía ser de otra manera, a causa de las limitaciones de los conocimientos y de la ciencia de entonces).

Así, en lo tocante al verbo bastar, la propia RAE ha demostrado que su uso con la preposición con antes del infinitivo era muy antiguo y, por tanto, correcto.

Lo demuestra con varias citas de autores de la época clásica que podemos leer en su CORDE:


    «Porrillas es un tumor endurecido de sustancia osuosa que se hace en el tercio segundo de la cuartilla. Esta es una enfermedad que propiamente se puede llamar manquedad. Su cura propia es labrarlo de fuego siendo la enfermedad ya confirmada; y, si a los principios fuere con dolor y poco tumor, bastará con dar sajas y untarle con un potencial. Y el buen herrar es provechoso para la tal enfermedad, y haciendo lo sobredicho habrá remedio la tal enfermedad, guardándose de aplicar blanduras en el semejante lugar» (Francisco de la Reina, Libro de albeitería [1564]).


    «Y ha de considerar una cosa: que no solo basta con decirles y predicarles cada momento, porque es vida tasada y cortada la suya que no solo cumple con bien hablar, pero es menester mejor obrar, porque el soldado es tan vidrioso y ocasionado que ya os verá que vivís honradamente sin perjuicio de nadie y en beneficio suyo…» (Marcos de Isaba, Cuerpo enfermo de la milicia española [1593]).

    «… que a mi Pedro le basta con ser Pedro» (Sor Juana Inés de la Cruz, Villancicos [1676 – 1692]).

    «Por lo que dijistes, señor maestro, de que se empañaban los antojos con el calor de los ojos, se me ofrece deciros que me pasa a mí eso muchas veces, y el mayor trabajo que tengo es en hibierno, pues casi todas las mañanas los traigo empañados y no me basta con limpiarlos por momentos» (Benito Daza de Valdés, Uso de los antojos para todo género de vistas [1623]).




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