MALOS TRATOS
Hoy día los hispanohablantes empleamos mucho malos tratos para referirnos a los malos tratamientos —esto es, a los golpes y violencias—. Aunque alguna vez se ha dudado de si los términos trato y tratamiento se podían usar indistintamente en tal caso, las siguientes citas de la época clásica parecen confirmar que dicho uso es correcto:
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«Atónito quedó Pablo de oír a su hermano Estanislao representar con tanta razón su sentimiento cuando por discurso de tres años no le había oído una palabra en su defensa; antes le tenía por simple y apocado porque nunca volvía por sí ni se quejaba de los malos tratos que le hacía, como ahora: discurso que suelen hacer los coléricos y soberbios de los mansos y humildes, atribuyendo a poquedad de ánimo o falta de entendimiento el silencio del que sufre y la paciencia del que calla…» (Gabriel de Aranda, Vida y milagros del beato Estanislao Kostka [1678], página 79).
«Al fin, Dios acudió; y la diligencia de los cristianos fue tan grande que le sacaron de las uñas de aquellos lobos carniceros que por tres días se habían estado —con burlas, afrentas y malos tratos— regalando con su paciencia, esperando el sabroso plato de su sangre y su vida» (Baltasar de Santa Cruz, Historia de la provincia del Santo Rosario de Filipinas, Japón y China, del sagrado Orden de Predicadores, tomo II [1693], página 483, columna 2).
Textos sacados de libros de dominio público de GOOGLE BOOKS (fechas de consulta: 22 y 23 de octubre de 2018).