SERVILIDAD

El vocablo servilidad (‘servilismo’) no se halla en los diccionarios, por lo que algunos han dado en que debe de haberse forjado por influencia del inglés servility.

Pero su uso es muy antiguo en nuestro idioma, como lo prueban las siguientes citas de escritores de la época clásica:

«Con todo eso, según su sustancia, es bueno —aunque la servilidad es mala, como dice el mismo santo Tomás—; así como la fe informe —esto es, sin caridad— es buena cuanto a la sustancia, aunque la informidad es mala. El temor inicial, según su sustancia o esencia, es de la misma especie que el filial, aunque da lugar a aquella mezcla del servil, del cual se distingue cuanto a la esencia. No se cuenta entre los siete dones del Espíritu Santo sino solo el temor filial, que por otro nombre se llama “temor casto”, proporcionado a la perfecta caridad —la cual echa fuera al temor servil, que no puede estar con la caridad en cuanto servil, porque no se llama “servil” sino cuando teme la pena como principal mal, lo cual es contra la caridad y temor filial—; pero la sustancia del temor servil puede estar con la caridad, excluida la servilidad. De manera que puede estar juntamente con la caridad el temor de la pena sin servilidad; y, al fin, aquel temor de la pena se va disminuyendo al paso que va creciendo la caridad, la cual, cuando es perfecta, no teme la pena» (Juan de Jesús María, Escuela de oración, contemplación, mortificación [1615], folios 127 vuelto y 128; folio 116 de la edición de 1616 y folio 137 de la de 1656).



«… su bajeza y servilidad les condena a seguir siempre aquel capricho…» (Antonio Pérez Ramírez, Armas contra la fortuna [1698], página 302).

MARTÍNEZ DE SOUSA, JOSÉ. Diccionario de usos y dudas del español actual (DUDEA), 4.ª ed. ampliada y corregida, editorial TREA, 2008.
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