MEDITATIVO
Desde que en 1936 la Academia llevó al DLE el adjetivo meditativo, su significado ha sido siempre ‘propio de la meditación o referente a ella’, no el de ‘meditabundo’. Solamente en los diccionarios manuales de 1984 y 1989 se le reconoce el sentido de ‘propenso a meditar’
A vista de esto, podríamos dar en suponer que lo más castizo sería aplicar el dicho adjetivo solamente a cosas (como vía meditativa, estado meditativo, estilo meditativo, etc.) y no a personas. Además, quienes sostienen que lo que ayer era incorrecto hoy se ha vuelto correcto pensarán que esto les da la razón, ya que actualmente se usa muchísimo meditativo por meditabundo.
Pero, para acabar con dudas y lucubraciones absurdas, bastará que pongamos aquí algunas citas de escritores de la época clásica —que son los modelos del buen decir—, que demuestran que meditativo siempre se ha dicho también de las personas.
Así, lo vemos en Jerónimo de la Cruz, autor de una obra titulada Job evangélico, estoico ilustrado [1638]:
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«El mozo piensa que comienza a vivir, el varón dice que está en lo mejor de su vida y el viejo trata solo de conservarla; y no hay quien sepa que puede durar poco la que tiene tan flaco fundamento. Solo lo sabe el que es meditativo, como nuestro santo estoico» (página 339, entre el final de la primera columna y el principio de la segunda).
«Bienaventurado es, Señor, el hombre a quien vuestra majestad enseñare y doctrinare en su ley y en ella meditare de día y de noche, que será como el árbol plantado en las corrientes de las aguas, que siempre tendrá flor y dará a su tiempo el fruto. “Non sic impii, non sic; sed, tamquam pulvis quem proiicit ventus a facie terrae”. No les sucede así a los que no son tan meditativos, porque, como amaron polvo, todo se convierte en polvo, a quien el viento desparrama y echa de la tierra» (343, columna 2).
También lo vemos en Pedro de Mercado, en el capítulo III del libro II de El cristiano virtuoso [1673], que trata, precisamente, del hombre meditativo, y que empieza de esta manera:
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«El que cree como fiel bien es que piense a menudo las cosas que cree; y, así, es bueno que sea meditativo. ¿Qué es el hombre meditativo? El que se pone a pensar las cosas de la fe para mover su voluntad a seguir lo bueno y huir lo malo» (folios 26 vuelto y 27).
NTLLE de la RAE (fecha de consulta: 7 de julio de 2020).
Libros de dominio público de GOOGLE BOOKS (fecha de consulta: la misma).
RESTREPO, R., Apuntaciones idiomáticas y correcciones del lenguaje, Bogotá, Cromos, 1920.