IMPERMANENCIA

El sustantivo impermanencia (‘inestabilidad’) suele echarse a anglicismo. Se considera forjado a imagen y semejanza de los vocablos anglosajones impermanence e impermanency.

No obstante, si se considera atentamente, el voquible lo podemos formar los hispanohablantes por nuestra cuenta sin necesidad de acudir al idioma inglés, ya que nos basta añadir a nuestro sustantivo permanencia el prefijo in- (que designa negación o privación).

Además, ya en la época clásica se usó algo el adjetivo impermanente, que es el que corresponde a impermanencia:

    «Para verificar cuán impermanentes son todos los oficios de gobierno que da el gran turco en sus Estados digo que desde el año de mil seiscientos y cuatro hasta el año mil seiscientos y diecinueve ha habido nueve generales de la mar» (Octavio Sapiencia, Nuevo tratado de Turquía [1622], página 37).

    «… es mi voluntad que con la quietud sosegada de tu interior en esta tierra de tu habitación compongas la inconstancia impermanente y mudable exterior de un peregrino» (Cristóbal Mercader, Vida admirable del siervo de Dios fray Pedro Esteve [1677], páginas 18 y 19).

    «La verdad del contrario de esto nace puramente de claridad de juicio, que nos hace comprender y referir las cosas como ellas son; de firmeza y prudencia, que nos hace confesar llanamente las que ignoramos y no solicitar con fingimientos pueriles e impermanentes aplausos; y de fortaleza y bondad de corazón, que nos hace negar sin temor ni malicia lo que nuestra posibilidad no alcanza a cumplir o aquello a que nuestra voluntad por justas causas halla repugnancia» (Francisco Gutiérrez de los Ríos y Córdoba Fernán-Núñez, El hombre práctico [1686], páginas 124 y 125; página 199 de la edición de 1764 y de la de 1779).


Y aun nos topamos con el propio vocablo impermanencia en este texto antiguo:

    «Pero dijera yo, siguiendo los senderos de mi discurso, que ni lo útil ni lo delectable ni aun lo honesto —con ser de los bienes el que más importa porque es el que a la felicidad eterna conduce— puede tener razón de bien verdadero, en tanto que no se goza tan seguro que jamás le pueda vencer la inconstancia ni contrastarle la impermanencia» (Francisco de Linaza, Doctrinas evangélicas para las ferias mayores de la Cuaresma [1656], folio 74 vuelto, columna 2).



MARTÍNEZ DE SOUSA, JOSÉ. Diccionario de usos y dudas del español actual (DUDEA), 4.ª ed. ampliada y corregida, editorial TREA, 2008.
Libros de dominio público de GOOGLE BOOKS (fecha de la consulta: 17 y 18 de junio de 2020).

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