TURGESCENCIA, TURGESCENTE
El sustantivo turgescencia (‘turgencia’) se suele tachar de neologismo innecesario, forjado a imagen y semejanza del turgescence francés y el turgescency inglés.
Pero ya en algunos textos de la época clásica hallamos el adjetivo turgescente (‘turgente’), que se deriva de turgescencia:
«Esta sangre arrarada y turgescente causa algún género de molestia a los espíritus animales que están en las fibras del parénquima del corazón» (Verdad triunfante: respuesta apologética escrita por Filiatro en defensa de la “Carta filosófica médico-química”, del doctor don Juan de Cabriada [1687], página 58).
«Esta diferencia se causa del incendio y rarefacción de la sangre, más pronta o más lenta. Se enciende y se rarifica con más prontitud la sangre por estar más turgescente de partes oleosas y volátiles; más lentamente, por el defecto de dichas partes» (ibidem, página 59)
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Y el propio vocablo turgescencia lo empleó el médico Martín Martínez, quien, aunque muerto en 1734, siempre se ha contado también en el número de los escritores clásicos:
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«¿Quién no confesará trituración en el corazón, corrosión en las úlceras, coagulación en los equimoses, putrefacción en las gangrenas, ustión en los carbunclos; y, en fin, fermentación en las evacuaciones menstruas, acreditada por los dolores, ardores, peso, turgescencia y abertura de los vasos del útero?» (Medicina escéptica y cirugía moderna, tomo II [tomo II], página 218; también en la edición de 1748).
«Quisiera yo saber las señas por donde lo columbran: ¿será por la anchura de pulsos, por el rubor del rostro y turgescencia de las venas o por las orinas rubras?» (ibidem, página 249).
Libros de dominio público de GOOGLE BOOKS (fechas de consulta: 14 y 15 de enero de 2020).
RESTREPO, R., Apuntaciones idiomáticas y correcciones del lenguaje, Bogotá, Cromos, 1920.