TROPAS MILITARES
Algunos autores contemporáneos sostienen que tropas militares es redundante y que hay que decir solamente tropas.
Pero el uso de tropas militares por los escritores clásicos —modelos del buen decir— abona lo criticado:
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«Contra el bárbaro mahometano, por la declarada hostilidad que hacía a nuestra fee, era mortal la ojeriza de Filipo. Debeló sus tropas militares —innumerables, bárbaras, infinitas—, triunfando de sus huestes cuando asaltaron al transilvano. ¡Hasta tan distante clima penetró el calor fervoroso siempre de su religión!» (Luis de Santa María, Octava sagradamente culta celebrada de orden del rey nuestro señor en la octava maravilla [1664], página 257, columna 2).
«Hecho este socorro con tanta reputación y brevedad, se volvieron Sandoval y Lugo con su ejército a Tezcuco, llevando consigo al cacique de Chalco y algunos de los indios principales que quisieron rendir personalmente a Cortés las gracias de aquel beneficio, poniendo a su disposición las tropas militares de ambas provincias» (Antonio de Solís, Historia de la conquista de México [1684], página 474, columna 1).
«… fue de tanta consecuencia para el intento principal que, apenas llegó Hernán Cortés a Tezcuco, cuando vinieron rendidos a dar la obediencia y ofrecer sus tropas militares, los caciques de Tucapán, Mascalzingo, Autlán y otros pueblos de la ribera septentrional…» (ibidem, página 487, columna 1).
«… comenzó a prevenir el ejército, conduciendo de los más remotos reinos del Asia las tropas militares…» (Francisco Antonio de Montalvo, Historia de las guerras de Hungría desde el año de 82 hasta el de 88 [1693], página 25).
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