SOBRE EL ESPAÑOL EN LA EDUCACIÓN

Carta enviada por el presidente de nuestra asociación a la Real Academia Española de la Lengua el 5 de noviembre de 2025


Estimados miembros de la Real Academia Española:


Ante todo, ruego me disculpen si con esta carta les ocasiono alguna molestia.


Me llamo Dámaso Suárez Iglesias (con DNI XXXXXXXXX) y desde hace algunos años soy benefactor de la fundación de la RAE. Les escribo movido por una preocupación que sin duda ustedes también comparten: el creciente peso que se está concediendo a la lengua inglesa en el sistema educativo español.


Con el beneplácito de los políticos de todos los partidos, en escuelas y universidades se imparten cada vez más asignaturas en el idioma de Shakespeare. Y, en particular, en las universidades se exige —o se proyecta exigir—, para la obtención de los títulos correspondientes, certificados de idiomas que en muchos casos se limitan solo al inglés, hasta en carreras para las que no se presupone necesidad alguna de dominar dicha lengua.


Esta práctica suele justificarse alegando que el inglés es la lengua «universal» o «internacional», como si no hubiera otras lenguas que también lo son —entre ellas, la nuestra—, como si lo verdaderamente universalista o internacionalista no fuera favorecer el conocimiento de varias de esas lenguas o como si nadie se percatara —y esto es lo más grave— de que, cuanta más importancia se le da al inglés, más importancia se le quita al español. Y así, cuando también se nos dice que el inglés es la lengua de la ciencia y la tecnología, parece como si ello significara que para tratar sobre tales ámbitos solo pudiera usarse el inglés; con lo que, al excluir nosotros mismos nuestro idioma, se produce un círculo vicioso que dificulta todavía más el desarrollo de la producción científica y tecnológica en español.


En Francia existe la ley de Toubon, que asegura que el francés sea el vehículo principal de la educación, la cultura y la ciencia (y no deja de ser significativo que Francia sea uno de los países europeos que más invierte en tecnología, como se ha visto recientemente en el campo de la inteligencia artificial). En Italia, por su parte, donde la presencia del inglés en la enseñanza es cada vez mayor, se ha presentado un proyecto de ley que establece, entre otras disposiciones, que «en las instituciones educativas de todo nivel y en las universidades públicas italianas la oferta formativa no destinada específicamente al aprendizaje de idiomas extranjeros deberá impartirse en italiano».



En nuestro país, normas como esas resultan hoy por hoy impensables. Y por ello me dirijo a ustedes. Recuerdo su ingeniosa campaña Lengua madre solo hay una (2016), y pienso que sería muy conveniente que la Academia elevara de nuevo su voz, con fuerza, en las instituciones y en la vida pública, para contribuir a frenar lo que está sucediendo en nuestro sistema educativo.



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