ENTRAR EN CÓLERA
Tradicionalmente los críticos han tachado de galicada la expresión entrar en cólera (por considerarla mera imitación del francés entrer en colère) y aconsejado sustituirla por montar en cólera.
Tal opinión se ha mantenido firme aun cuando el diccionario de la RAE, ya desde su primera edición, decía del verbo entrar que significaba «también empezar a reinar alguna pasión y sentirse sus efectos, como el amor, el odio, etc.», lo cual parecía desmentir que entrar en cólera fuese galicismo.
Actualmente la Academia ya ha zanjado la discusión, pues nos basta consultar las fuentes que produce en su CORDE para comprobar que la expresión criticada siempre se ha usado por los hispanohablantes.
Así, el dicho CORDE recoge estas citas:
- «… la doncella, pareciéndole que le hablaba como quien apenas la conocía, comenzó a agraviarse de su descuido y de haber tanto tiempo que no había querido verla ni hablarla. El caballero, muy espantado, como persona que no entendía la causa, le respondió de manera que a ella le pareció que su disimulación era demasiada —pues no estaba persona delante ninguna— y, así, comenzó a entrar en cólera y a reñir con él…» (Antonio de Torquemada, Jardín de flores curiosas [1569]).
«A muchos ha persuadido el allegar y atesorar riquezas, por fas o por nefas, con fin de hacer largas y copiosas limosnas a los pobres, sabiendo él muy bien que es mucho peor adquirir hacienda injustamente por dar limosna que no dejarla de dar por pobreza. Unas veces, so especie de corrección, os hace entrar en cólera y perder la paciencia para que no se enmiende el corregido o vos quedéis turbado y inquieto; otras, por el contrario, os persuadirá que es obra de misericordia y mansedumbre no reprehender al prójimo para que, no corrigiéndole, no se enmiende ni vos cumpláis la ley de la caridad» (Juan de los Ángeles, Consideraciones sobre el «Cantar de los cantares» [1607]).
Y también hallamos más ejemplos del uso de entrar en cólera en libros antiguos que están digitalizados en la Red:
- «… entró más dentro de sí y dio principio a una vida más estrecha y más exacta, examinando todas sus acciones con gran rigor, por hallar la raíz de sus faltas y cortarla de una vez. Lo primero que halló fue que, por ser de complexión sanguíneo, le venían algunos movimientos de indignación que le hacían entrar en cólera; y, aunque esta no llegaba a prorrumpir en lo exterior, con todo eso, le inquietaba lo interior de su alma. Para vencer esta pasión se dio a pensar en la fealdad y bajeza deste vicio, la cual decía él que se echaba de ver en que, cuando el hombre se sosiega y vuelve en sí, conoce que el tiempo que duró la cólera no fue señor absoluto de sí ni de sus acciones» (Juan de Acosta, traducción de la obra de Virgilio Cepari Vida del bienaventurado S. Luis Gonzaga [1623], página 24).
«Llegaron al rey de León nuevas de lo que pasaba en Castilla y, estimulado a un tiempo de la cautela que había usado con él don Berenguela —que él interpretaba a burla y desprecio— y juntamente del interés —porque no le dejaba conocer la ambición que, estando dadas por nulas las bodas, no podía tener pretexto para la corona de Castilla—, entró en cólera y quiso reducir a el poder de las armas el derecho en que no le amparaba la justicia…» (Alonso Núñez de Castro, Vida de san Fernando, el tercer rey de Castilla y León [1673], folio 9).
TORO Y GISBERT, M., Tesoro de la lengua española, R. Roger y F. Chernoviz editores, París, 1917.
Libros de dominio público de GOOGLE BOOKS (fecha de la consulta: 15 de abril de 2021).
REAL ACADEMIA ESPAÑOLA: Nuevo tesoro lexicográfico de la lengua española [http://ntlle.rae.es/ntlle/SrvltGUIMenuNtlle?cmd=Lema&sec=1.0.0.0.0], fecha de la consulta: la misma.
REAL ACADEMIA ESPAÑOLA: Banco de datos (CORDE) [en línea]. Corpus diacrónico del español [fecha de la consulta: la misma].