SOBRE NUESTRO DICCIONARIO

Una de las cosas que nuestra asociación se ha propuesto es componer un diccionario general de extranjerismos claro y sencillo —con pocas explicaciones, muy breves y solo cuando sean necesarias—, por manera que cualquier hispanohablante, de cualquier clase y condición, pueda consultarlo sin dificultad.

Desde que la asociación comenzó su labor en 2018, tenemos el diccionario en nuestra ciberpágina, en la carpeta titulada ARCHIVO. En la obra se contaban poco más de dos mil vocablos; pero ahora nuestro presidente —que es el autor del diccionario, tal como consta ya en el registro de los derechos de propiedad intelectual— ha revisado y ampliado notablemente el texto, no solo añadiendo más extranjerismos —ya pasa de cuatro mil—, sino también corrigiendo buen número de lo que se había publicado anteriormente.

El lector advertirá que muchas de las voces del diccionario son extranjerismos que se incorporaron al español hace decenios —y a veces hace más de cien años—. El incluirlos en esta obra nos parecía importantísimo para mostrar —porque hay algunos que parece que lo dudan— que nuestra lengua nunca se ha negado a hacer suyas voces de otros idiomas cuando carecía de las correspondientes (lo cual se ve muy bien en lo que a inventos, prendas de vestir y comidas se refiere); y, por otra parte, para que no se olvide que tal incorporación se ha hecho hispanizando los extranjerismos, esto es, adecuando la forma y la pronunciación de las voces ajenas a las españolas con el fin de que suenen y se escriban como las propias.
Respecto de estos vocablos extranjeros intraducibles y necesarios, hay que decir que también incluye nuestro diccionario unos cuantos recientes, pero de españolización dudosa. En tales casos, el autor ofrece la adaptación que le ha parecido más adecuada a la índole de nuestro romance para evitar que se asienten pronunciaciones o escrituras feas y malsonantes.

Pero la parte más importante del diccionario la constituyen los extranjerismos innecesarios, esto es los que se emplean para designar cosas a las que siempre les ha correspondido una voz propiamente castiza. Casi todos estos extranjerismos son anglicismos —ya que la época que nos ha tocado vivir es la de la hegemonía universal anglosajona—; pero se recogen también galicismos, germanismos e italianismos que no hacen falta.
Algunos de estos extranjerismos innecesarios han sido admitidos –si se puede decir así— por el uso (y, en consecuencia, por la RAE), a pesar de que tradicionalmente los críticos los rechazaban. A tales extranjerismos se les pone la indicación de que se emplean mucho para que se sepa claramente cuáles son.

Otra cosa que advertirá el lector es que la obra todavía tiene algunos errores. Componer un diccionario de esta naturaleza requiere enormes esfuerzos, por lo que en futuras revisiones se tratará de mejorar.
Como decía Machado, «caminante, no hay camino: se hace camino al andar». Y no otra cosa estamos haciendo sino caminando.


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