BATIRSE
En su célebre Diccionario de galicismos [1855] don Rafael María Baralt escribió, respecto del uso pronominal del verbo batir (batirse), lo siguiente:
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«Por ‘contender, reñir, pelear’ es un enorme y, al par que enorme, superfluo y vicioso galicismo. Entre nosotros se bate en ruina una fortaleza; se baten los muros, los remos, las alas; se bate el pelo; se bate un líquido; se baten los huevos; se bate el papel, etc.: solo las personas, por privilegio especial, no se baten: estas riñen, pelean, contienden, se sacuden el polvo, andan a lanzadas, estocadas o pistoletazos; y, si son rabaneras, se arañan y desgreñan».
Pero el sentido criticado por Baralt ya había sido empleado en la época clásica, como vemos en la siguiente cita de la obra del jurista Nicolás Fernández de Castro Portugal convencida [1648]:
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«… que, después que don Alonso Enríquez se batió en desafío con el conde de Trastámara —segundo marido de doña Teresa, su madre— y le venció, rindió y juramentó que saldría de Portugal y desistiría del casamiento y pretensión del reino, puso no solo en estrecha cárcel a su madre, mas en hierros —que serían cadenas y grillos—» (página 605).
Por eso quizá la Academia reconoció tal significado en 1869.
NTLLE de la RAE (fecha de consulta: 15 de octubre de 2018).
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