BASTARDEAR
El verbo bastardear, que significa ‘degenerar’, tradicionalmente se consideraba intransitivo. Así, se decía «bastardear de su origen» o «bastardear en sus acciones».
El hacerlo transitivo («la dejadez ha bastardeado nuestros principios») se echaba a la influencia del abâtardir de los franceses y, por tanto, a galicismo —y a anglicismo, comoquiera que el to bastardize de los anglosajones también es transitivo—.
En 1936 la Academia reconoció el uso criticado. Pero los que creen que esto fue cesión al extranjerismo yerran: la RAE solamente corrigió una omisión, pues ya en los autores de la época clásica se hallan ejemplos del uso transitivo de bastardear:
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«Llama escura a la lengua que estos hablaban no por ser arábica, que esa entendía bien el intérprete, sino porque ellos la hablaban mal, como consta de la e. 77 del c. 5 —y como acabamos de decir en la 62—, porque la habían bastardeado con vocablos de la tierra; y toda lengua que se bastardea es mucho más escura que ninguna que en su género se hable con perfección» (Manuel de Faria y Sousa, «Lusíadas», de Luis de Camoens, príncipe de los poetas de España, tomos III y IV [1639], página 318, columna 2).
«Todos son alientos que le consagro, admirándole uno siempre en el agrado, condición y afabilidad, sin haber bastado lo próspero de los tiempos a bastarderle las partes que he referido» (Francisco Santos, Día y noche de Madrid [1663], dedicatoria a Juan Martín Vicente, al principio del libro).
«A esto respondes que tu hijo es de buena masa y la inclinación no es mala; por eso tú se las vas bastardeando» ( ibidem, página 185).
«Postra en sacrílegos templos/ tanto edificio membrudo/ —solo destinado a dar/ a un ídolo un poco de humo—./ Castiga mentidas aras,/ que en holocaustos impuros,/ siendo la víctima torpe,/ bastardearon el rumbo» (Luis de Santa María, Octava sagradamente culta, celebrada de orden del rey nuestro señor en la octava maravilla [1664], página 142, columna 1).
«… troneras que, asidos de brazo poderoso, bastardean la paz que venera la razón…» (Francisco Santos, El sastre del campillo [1685], página 20).
REAL ACADEMIA ESPAÑOLA: NTLLE (fecha de consulta: 1 de diciembre de 2020).
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