ACARREAR
Cuando el verbo acarrear se emplea figuradamente, algunos dicen que solo debe aplicarse a cosas malas; pero los que tal cosa sostienen yerran, pues también lo bueno se acarrea desde siempre en nuestro idioma, como prueba la Academia con algunas citas de autores clásicos:
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«Es la tribulación ama que cría la humildad, maestra de la penitencia, granjeadora de la felicidad eterna; es la que quita la escoria de los pecados, la que da abundancia y plenitud de gracias y el crecimiento de todas las virtudes; es la que engorda el alma y la fertiliza como el rocío de la mañana a las rosas y azucenas. Por tanto, hijo Deseoso, entiende que es don escogido de Dios, vara amorosa, castigo paternal que comunica sabiduría, que nos hace circunspectos y nos acarrea grandes experiencias» (Juan de los Ángeles, Diálogos de la conquista del Reino de Dios [1595]).
«Ya siquiera, con serlo, persuadiérame a que después de escrito tuviera mano para hacerme mercedes y me acarreara honra y provecho, dándome a maravedí el palmo» (Francisco López de Úbeda, La pícara Justina [1605]).
«… así debemos amar a nuestros reyes —y ellos nos deben amar con amor recíproco—, siendo esto lo que acarrea seguridad en las monarquías…» (Pedro Fernández Navarrete, Conservación de monarquías y discursos políticos [1626]).
REAL ACADEMIA ESPAÑOLA: Banco de datos (CORDE) [en línea]. Corpus diacrónico del español. http://www.rae.es [Fecha de la consulta: 15 de marzo de 2019].