¿«APARTAMENTO» o «APARTAMIENTO»?
Muchos lectores, a buen seguro, se sorprenderán cuando descubran que hasta 1970 la RAE no incorporó a su diccionario el usadísimo vocablo apartamento. Hasta aquella fecha, apartamento se consideraba galicismo y, en su lugar, se recomendaba usar la variante apartamiento, que era la que siempre había constado en el DLE con el significado de ‘habitación’ o ‘vivienda’. Así lo sostenía la institución en sus diccionarios manuales de 1927 y 1950 y en su inacabado diccionario histórico de 1933-1936. En este último, ofrecía como ejemplo de uso del que tachaba de galicismo unos versos de José Cadalso, escritor muy conocido en España por su obra Cartas marruecas:
«A la hora destinada / para el preciso, natural sustento, / la mesa preparada / verás en un sencillo apartamento».
Comoquiera que José Cadalso había nacido en 1741 y muerto en 1782, a algunos no se les pasó por alto que, entonces, la incorrección llevaba ya muchísimo tiempo asentada en español (pues recordemos que la mayor parte de los galicismos entraron con las invasiones napoleónicas, en el siglo XIX).
Y no iban del todo descaminados.
Porque hoy en día, gracias a la tecnología, podemos rastrear el vocablo en libros de épocas más antiguas, y hallaremos que ya se usaba, por lo menos, desde principios del siglo XVII.
Así lo vemos en la traducción que publicó Bernabé Soler en 1615 del Thesaurus puerilis, de Onofre Pou, que es un diccionario para aprender latín. En la página 305 de dicha obra se lee:
«De los apartamentos y haciendas de mujeres, título 131».
Y, a continuación, empieza dicho título 131 con la siguiente frase:
«El cuadro o apartamento de las damas, gynecium, ii, n».
Y en los índices, al final del libro, vuelve a repetir:
«De los apartamentos y haciendas de mujeres, título 131».
No es, como se ve, ninguna errata de imprenta por apartamiento.
Otro ejemplo lo hallaremos también en la traducción que hizo Francisco de Olivares Murillo de la obra del italiano Giovanni Sagredo Memorias históricas de los monarcas otomanos [1684], traducción que en aquella época siempre gozó de gran estima, como lo prueba el que de ella se extrajesen citas para acreditar el uso de varios vocablos del primer diccionario de la RAE:
«Levántase también aquí una orden de estancias para el verano, dispuesta sobre una pequeña colina, con sala y apartamentos que respiran majestuosa grandeza» (página 526, columna 2).
Y otro ejemplo lo tenemos en la traducción que publicó Francisco Fabro Bremundán en 1693 de la obra de fray Miguel Fabro de Novi Gobierno de los turcos, máximas y artes violentas con que se mantiene y se destruye, en cuya página 29 se lee esto:
«A las sultanas en el serrallo las sirven eunucos negros, los más negros que haya y se puedan hallar en toda África, y las están observando todas las acciones con tal atención que jamás salen ellas de sus aposentos sin permisión de las mesmas monstruosas guardas. Cuando el sultán quiere algo de alguna de ellas, va a su apartamento, donde la gobernadora, por su orden, las hace poner en hilera».
Queda, por tanto, claro que el uso de apartamento con el sentido de ‘habitación’, ‘vivienda’ es más antiguo de lo que suele creerse; y, aunque haya que reconocer que, por obra y gracia del francés, comenzó a oírse con mayor frecuencia de la que cabría esperar, ello no invalida que deba considerarse palabra castiza, como todas las de los siglos XVI y XVII.
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