«XMAS» O LA BREVEDAD

Ya parecía que en estas fechas los comerciantes nos habían acostumbrado al voquible inglés Christmas para referirse a la Navidad, cuando nos percatamos de que ahora han dado en poner la abreviatura, también anglosajona, Xmas.

En esto vemos no solo que lo inglés vende (palabras como holidays, merry y happy atraen nuestro dinero con más fuerza que un imán), sino también que gusta lo que es muy breve, lo que se lee muy rápidamente. Por eso Christmas y Xmas se prefieren a Navidad (bien que los que tanto encomian la brevedad parecen olvidar que la casticísima voz Navidad ya es también acortamiento de otra voz: natividad, esto es, nacimiento).

En los tiempos que alcanzamos todo lo queremos tan breve y rápido que estamos incorporando montones de palabras de la lengua de Shakespeare no porque las necesitemos para designar nuevos conceptos o inventos, sino porque son más cortas que las nuestras. Así, ya hay gente que dice fishmeal en lugar de harina de pescado; reasoning, en lugar de razonamiento; wild, en lugar de salvaje; card stock, en lugar de cartulina; cheat en lugar de trampa… anglicismos que, atentamente considerados, no ofrecen ninguna dificultad de traducción —como Christmas o Xmas—, pero que tienen la particularidad de ser un poquito más cortos que nuestros vocablos propios.

Lo más curioso es que quienes justifican la introducción de tantos extranjerismos innecesarios no parece que caigan en la cuenta —y, si caen, no lo confiesan— de que, si siempre hay que preferir los vocablos breves a los largos, con buena lógica, tendríamos que renunciar a la mayor parte de las palabras castellanas, ya que las inglesas son, por lo general, más cortas. Por tanto, lo que de manera tácita —u oculta— defienden quienes tanto encomian la brevedad de los anglicismos es que todos acabemos hablando inglés, solamente inglés.


¡No cuesta imaginar lo que estará pasando en Alemania, cuya lengua tiene las palabras mucho más largas que la nuestra!