ASÍ FUE 2019… Y MÁS PROYECTOS PARA 2020. PARTICIPA.

Los que tengan más de sesenta años quizá vean con normalidad que hoy se use el idioma inglés como lengua auxiliar internacional. Recordarán cómo, durante su juventud, fue el francés, y aceptarán que actualmente no sea así, ya que la historia da estos vaivenes —por otra parte, la mar de naturales—. Desde la Asociación para la Defensa del Patrimonio Lingüístico (DPL), pretendemos que nuestros conciudadanos caigan en la cuenta de una realidad molesta. Y esa realidad es la de que los niveles de obsesión que hoy se tienen con el idioma de Inglaterra no se pueden comparar con la pasada moda del francés.

Hemos usado a conciencia la palabra obsesión porque, a juicio de quienes formamos esta asociación, el uso hoy del inglés en España raya en lo enfermizo, al contrario de lo que ocurría con el idioma de Francia. El filósofo Vicente Verdú, autor del famoso ensayo El planeta americano, escribió en 2003 otra obra llamada El estilo del mundo, en la cual nos puso sobre aviso de que vivimos en una sociedad esquizoide. Hablaba de una cultura posmoderna en la que el imperio anglosajón, además de invadirnos usando como ariete su idioma, nos instila un modo de vida descerebrado.

A nuestro entender, el idioma inglés ha sobrepasado lo que podría considerarse la moda propia de los tiempos que corren. Las modas son opcionales porque se eligen o se rechazan según el propio criterio de cada persona —libre de conducirse por la vida sin más imposiciones que las derivadas de respetar una legislación que esté concebida para asegurar la convivencia feliz—. Los miembros de la DPL opinamos que la legislación española se deja arrastrar por esa anglomanía de la posmodernidad y favorece que la anglicanización se imponga, coartando la libertad a que nos acabamos de referir. No luchamos contra la manera de expresarse que cada cual quiera usar en su vida cotidiana (pero sí advertimos sobre la influencia subliminal de la lengua inglesa). Nuestra asociación combate y se opone a las normas de nuestro país, tales como las que favorecen la anglicanización de la educación básica y las que establecen la obligación de tener conocimientos profundos del idioma de Inglaterra como requisito para obtener un título de grado universitario.

La asociación se creó principalmente para advertir a nuestro Gobierno de su excesiva permeabilidad a la influencia anglosajona. Por eso el fin último al que aspiramos es conseguir una ley contra la anglicanización, como la que se aprobó en Francia en los años 90. Esa ley francesa se consiguió, en parte, por el esfuerzo de concienciación que llevó a cabo una asociación similar a la nuestra.

Tal fin, sin duda, aún está lejano; pero las actividades que hemos acometido este 2019 nos acercan a él. Estas fueron las más relevantes:

Hemos colaborado con otros grupos de personas en la producción de un documental audiovisual contra la educación pública bilingüe, y hemos presentado una ponencia en una conferencia de ámbito nacional. Además, periódicamente se publican artículos sobre estos temas en nuestra página de Internet.

Por estos motivos deseamos que los que hoy son nuestros lectores se unan al proyecto en el nuevo año que comienza. En 2020 nos hemos señalado ya un propósito, junto a las demás asociaciones europeas, y es el de conseguir fijar en el calendario un Día Internacional contra la Anglicanización, como medida mediática para hacernos oír.

Los asociados de la DPL esperamos hacer de este 2020 un año muy fructífero, y esperamos hacerlo con vuestra colaboración.