ELOGIOSO

El adjetivo elogioso —de muchísimo uso hoy día— era tradicionalmente rechazado por gran número de autores. Hasta la Academia, en su diccionario manual de 1927, recomendaba sustituirlo por encomiástico o laudatorio.

Pero tal adjetivo estaba bien formado. Como acertadamente observó el crítico Restrepo, elogioso se podía derivar de elogio de la misma manera que amoroso se deriva de amor.

Además, el vocablo también tuvo algo de uso en la época clásica. Lo vemos en las siguientes citas de la obra Real capilla de Barcelona, de Manuel Mariano Ribera [1698]:

«No podía la santa excusar estas debidas visitas por ser no solo descendiente de los héroes Cervellones —cuya nobleza y heroicos actos en servicio de sus reyes no deben a otros vasallajes—, si también por ser pariente de las regias personas. Como a tal la trata nuestro gran rey y monarca Carlos II en sus cartas. Sirvan de ejemplo la primera, de 20 de abril de 1693, dirigida a la ciudad de Valencia, a quien pide su majestad festivas demostraciones por la canonización de la santa, dándoles entre otros este elogioso motivo: “Por ser esta sierva de Dios de la sangre de los serenísimos condes de Barcelona, mis progenitores”. La otra es de data de 25 de enero de 1696…» (página 16).



«Dejando por ahora otros elogiosos derechos conexos con dicho prioral oficio, nos contentamos con los arriba referidos testimonios, que son irrefragables, de la idoneidad del que le goza para obtener dicha real retoría…» (página 73).

Fichero y NTLLE de la RAE (fecha de consulta: 17 de junio de 2019).
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