OBSERVATORIO DE LA ANGLICANIZACIÓN (DEL DICCIONARIO DE LA RAE)

El 23 de noviembre de 2020 la RAE publicó varias modificaciones que había introducido en su diccionario. Sobre los anglicismos y demás extranjerismos incluidos, podemos hacer algunas reflexiones:



[I]


De buenas a primeras, se ve que muchos de los extranjerismos son vocablos puramente técnicos —científicos, tecnológicos o económicos— que usan los hablantes de casi todos los idiomas (y muchos de estos vocablos técnicos, aunque proceden del inglés y el francés, están tomados del griego, que, con el latín, constituye la base del lenguaje especializado de los diversos ámbitos del saber).

Entre estos extranjerismos hay adjetivos propios de la biología (probiótico); nombres de sustancias químicas (isoflavona, melatonina, nandrolona, prolactina, serotonina, triglicérido y triptófano), de inventos (aliscafo —sinónimo de hidroplano e hidroala— y tirolina), de medicamentos (cefalosporina, eritromicina, tetraciclina y vancomicina) y voces relacionadas con las enfermedades (como coronavirus y COVID, término este último que puede escribirse en minúscula y que, aunque acrónimo del inglés coronavirus disease, se ha convertido en el nombre común de la enfermedad que tan famosa se ha hecho en el año 2020).


También se introducen nombres de animales (el del mamífero sudafricano suricata y el del perro de presa bóxer) y de minerales (coltán).


Otra novedad es el verbo internalizar, que procede del inglés to internalize y que se recibe en el diccionario con los sentidos económicos que se le dan regularmente.
El verbo opuesto, externalizar, ya se incorporó hace tiempo. Externalizar tiene amplio uso en todas las lenguas romances (para evitar anglicismos como outsource y outsourcing, que a nuestros oídos suenan muchísimo peor). Existiendo este, era lógico que se acabara reconociendo internalizar.

También en el ámbito económico, del inglés se ha tomado eonia (acrónimo de Euro Overnight Index Average), que se usa como sustantivo para designar la media de cierto tipo de interés de la zona donde rige el euro, la moneda común europea.


Por otra parte, la RAE nos mete del japonés el término emoji, que se define como ‘pequeña imagen o icono digital que se usa en las comunicaciones electrónicas para representar una emoción, un objeto, una idea, etc’. Emoji es término universalmente empleado, bien que quizás deberíamos haberlo incorporado con la forma emoyi, que es como casi todos los hispanohablantes lo pronuncian.


Curiosa incorporación es la del tecnicismo cinematográfico etalonaje, procedente del francés. La RAE lo define como ‘trabajo de laboratorio en el que se hacen correcciones de luz y color a una película después de su montaje y antes de la copia definitiva’. El etalonaje fue inventado en 1922 y, comoquiera que no se consiguió sustituir por un término propiamente español —no era lo mismo que ‘corrección del color’—, el galicismo se ha acabado asentando plenamente.



[II]


En lo tocante a comida y ropa, también se introducen unos cuantos extranjerismos en nuestro diccionario, ninguno de los cuales parece innecesario, ya que tradicionalmente se ha entendido que las voces de este ámbito son muy propias del pueblo en que han nacido y, por lo general, intraducibles.

Así, del árabe hemos tomado faláfel (nombre de unas bolas fritas típicas de Oriente Medio) y moka (café muy famoso procedente de la ciudad yemení de Moka). Del griego nos ha venido musaka —o musaca—, que es un plato de berenjenas y carne picada; y del griego —o del hebreo— incorporamos el pan de pita, que casi todos conocemos ya sobradamente.

Otro de los nuevos términos, mostachol, de origen genovés, es el que usan argentinos y uruguayos para llamar a las penne italianas, lo que en otras naciones se traduce por plumas de pasta.

También se introduce en el DLE la hispanización sánguche, que se une a sánduche, que ya habíamos incorporado. Estos dos neologismos hacían falta para desterrar el vocablo puramente anglosajón sandwich, asentado hace mucho tiempo en casi todos los idiomas del mundo (y que nosotros en su día tratamos de sustituir por emparedado, pero no lo conseguimos).

Por su parte, del chino hemos tomado las voces wantán (nombre de una empanada) y wok (una especie de sartén).



[III]

Otro puñado de extranjerismos solo designa particularidades de algunas naciones. Así, del sánscrito, aunque por medio del inglés, el diccionario recibe voces como ayurveda y el adjetivo ayurvédico, que se refieren a la medicina tradicional de la India.

Se cuenta en el número de tales extranjerismos bachicha (‘bacía, palangana’), procedente del dialecto genovés, que en países como Argentina, Chile y Uruguay se usa para llamar despectivamente al inmigrante italiano.

La RAE nos mete también el arabismo intifada, nombre de las revueltas de la población árabe en los territorios palestinos ocupados por Israel. Estas revueltas comenzaron en 1987 y se conocen en todo el mundo con el vocablo árabe.



[IV]

Ninguno de los extranjerismos anteriores puede considerarse innecesario; pero ni que decir tiene que la RAE introduce unos cuantos que no nos hacían falta:

Bacha, procedente del genovés, que se usa en algunas naciones de América, y que no es sino ‘bacía’ o ‘palangana’.

Desescalada, que en nuestra lengua se dice con más propiedad ‘descenso, disminución, relajación, reducción’, pues escalada, su opuesto, no significa ‘aumento, intensificación, incremento’, aunque hace años que por influencia del inglés se le dio este sentido (solo significaba ‘acción y efecto de escalar’).

Marquetear o marketear, de to market, que no significa otra cosa que ‘promover’.

Internalizar, verbo admisible en lo económico, se nos mete también con el sentido de ‘asentar una idea o pensamiento en la mente’, que es totalmente innecesario porque ya tenemos interiorizar.

Trol, que es el nombre de un monstruo legendario, por influencia del inglés, ahora recibe el significado de ‘pesca al curricán’.

Videochat es vocablo derivado del también innecesario chat. Videochat no es sino ‘videocharla’ o ‘videollamada’.

No son muchos, pero mejor estaríamos sin ellos.



[V]

Por último, hay que mencionar los extranjerismos que ni hacían falta ni tampoco merecen dura crítica —esto es, que son tolerables o disculpables—. Así, ayudamemoria, tomado del francés aide-mémoire, que siempre se ha traducido por ‘compendio’ y ‘recordatorio’, pero que podíamos haber forjado por nuestra cuenta, pues disponemos de los mismos vocablos que los de allende los Pirineos: ayuda (aide) y memoria (mémoire).

En este grupo también se cuenta la adición a trol del sentido de ‘molestador’ (en ciberforos y redes sociales) y de la acepción correspondiente de ‘trolear’.

Un caso curioso es la introducción del término vigorexia, tomado del inglés bigorexia, pero que hemos transformado en palabra propiamente española por entenderla derivada de vigor. Designa la afición patológica a desarrollar la musculatura, lo cual recibía hasta ahora el término más técnico de dismorfia muscular.


Otro caso curioso es mandatar, que la RAE dice que tomamos del francés mandater, al cual le da los significados de ‘conferir a alguien la capacidad para ejecutar un mandato’ y ‘dar un mandato (contrato de representación)’. Muchos consideran innecesario este verbo por tener ya nosotros mandar; bien que podría considerarse tolerable cuando no saliera del ámbito puramente jurídico del contrato de mandato y se usara de una manera similar a la de comisionar; así, no podría confundirse con mandar, que es el gran peligro que se corre al autorizar tal neologismo.



También se introduce tex-mex, abreviamiento de tejano-mexicano, que se usa, sobre todo, para hablar de la música y la comida.



REAL ACADEMIA ESPAÑOLA: Palabras nuevas (fecha de consulta: entre el 9 y el 11 de diciembre de 2020).

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