MUERTE ANTICIPADA
La tan usadísima expresión muerte anticipada fue echada a galicismo en su día por Baralt y el padre Mir, dos célebres puristas. Lo consideraban mera adaptación del francés mort anticipée.
Pero la Academia ha demostrado que muerte anticipada siempre se ha dicho en castellano. Basta ver algunas citas de su CORDE:
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«… estimando ser mejor descender a los infiernos —con muerte anticipada— con doncella tan leal que esperar la vejez y las canas con ciudadanos tan desleales» (De las ilustres mujeres en romance, traducción del libro de Boccaccio [1494]).
«No lamentéis mi muerte anticipada,/ pues el cielo la aprueba y soleniza…» (Alonso de Ercilla, la Araucana, tercera parte [1589-1594]).
«Murió de un mosquetazo por los pechos el Tirón, ilustrísimo irlandés y firmísimo católico, soldado de larga experiencia, con sentimiento y agüero de los que mandaba, juzgando por infeliz pronóstico la anticipada muerte de su cabo» (Francisco Manuel de Melo, Historia de los movimientos, separación y guerra de Cataluña [1645]).
También podemos decir muerte prematura:
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«… desde la cuna comienza el dominio de la Parca; no hay muerte prematura porque a cada uno se concede vida determinada; no fuera mejor sazón la juventud peligrosa para la muerte; parece que es envidia esta pena por la muerte de la infancia, pues camina a la eterna felicidad…» (Antonio Pérez Ramírez, Armas contra la fortuna [1698], página 488).
REAL ACADEMIA ESPAÑOLA: Banco de datos (CORDE) [en línea]. Corpus diacrónico del español.
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