¿«DIGNARSE», «DIGNARSE A», «DIGNARSE EN» O «DIGNARSE DE»?
El verbo dignar, cuando se usa pronominalmente —dignarse—, significa, según el diccionario de la Academia, ‘servirse o tener la dignación de hacer una cosa’. Es un verbo usadísimo que no ofrece ninguna dificultad en cuanto al sentido.
Lo que sí ofrece dificultad es determinar qué preposición debe preceder al infinitivo que sigue a dignarse. Así, a veces se oye el infinitivo con las preposiciones a, en y de; a veces se oye sin ninguna.
Según la Fundeu y el Diccionario panhispánico de dudas, la regla general es que dignarse se construye con infinitivo sin preposición («se dignó venir»). Este diccionario, además, añade que «es hoy frecuente, incluso entre hablantes cultos, anteponer al infinitivo la preposición a, uso que no hay por qué censurar». Sí se condena expresamente el uso de la preposición en. Sobre de no se dice nada.
Que al verbo pronominal dignarse lo suele seguir el complemento de infinitivo, sin preposición, es indiscutible: es lo que más se oye y nadie lo pone en duda. Por su parte, respecto del uso de la preposición a, al mirar textos antiguos, se puede comprobar que no es parto de la modernidad, sino que ya se estilaba —aunque poco— en la época clásica:
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«Esta es una de las primeras obligaciones de los gobernadores y ministros: dar satisfacción de su verdad y justicia, de su inocencia y rectitud en el obrar, a imitación de Cristo, señor nuestro, que se expuso y se dignó a darla a sus mayores enemigos de su inocencia y rectitud» (Gaspar de Viana, Discursos cuadragesimales literales de el Abulense [1675], página 476, columna 2).
«… que el señor de la majestad se ha dignado a entrar en mi pobre corazón…» (Baltasar de Arín, Regla y práctica de ejercicios espirituales para los profesores de la tercera orden de predicadores [1683], página 363).
Respecto del uso de la preposición en, que es la condenada, comprobamos que se halla también acreditada por textos antiguos:
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«… y fue servido dignarse en se formase una junta en la sala real de la diputación…» (Orencio Luis Zamora, Por la imperial ciudad de Zaragoza y, en consecuencia, por todas las ciudades, villas y lugares del presente reino, sobre provisión de firma concedida al reino en 15 de abril deste año de 1675, página 2).
«… y ya que mi cuidado es instrumento para que el escudo de V.S.I. adorne esta obra, suplico a V.S.I. la reciba gustoso y la defienda benigno, haciendo grande mi cortedad, dignándose su grandeza en admitir este obsequio» (Matías de Lezaun, dedicatoria a los diputados de Aragón que encabeza la segunda impresión de la obra de Félix de Lucio Espinosa y Malo Ocios morales [1693]).
«Tu paciencia me hace creer que has de tener gran galardón en el cielo. Tu esposo, que hasta ahora se ha dignado en favorecerte, me deja sin duda que coronará tu espíritu pasada esta vida» (Narciso Galindo, Norte de congregantes y reciente flor del ameno vergel, parte I [1700], página 269).
Por tanto, no debería tacharse de incorrecta.
Y, respecto de la preposición de, hay que decir que la propia RAE produce unas cuantas citas en su CORDE que prueban que siempre se ha usado y que, por ende, tampoco merece censura:
- «Quédese el nuevo Sansón en su patria y, honrándola, honre juntamente las canas de sus ancianos padres, que yo con cualquier escudero estaré contento, ya que Sancho no se digna de venir conmigo» (Miguel de Cervantes, Segunda parte del ingenioso caballero don Quijote de la Mancha [1615]).
«Pero adviértase que esto, que en general se dice de toda la Iglesia, se verifica de cada una de las almas que el Señor por su misericordia se digna de visitar; porque con su gracia las fertiliza y embriaga, multiplica sus merecimientos y las enriquece de virtudes y dones espirituales» (Juan de los Ángeles, Consideraciones sobre el «Cantar de los cantares» [1607]).
«Y, si ni desta manera, llamado y rogado, se digna de venir, sabiendo el ánima ser esta la voluntad del esposo, conviértese a la vida activa, para así dar frutos al esposo; porque no conviene que el contemplativo sea perezoso, ni dado a ociosidad» (ibidem).
«… a todos los considero fervientes, devotos, unánimes en el Señor, abundantes en las gracias y dones divinos; al fin, de verdad montes, a quien visita el esposo celestial; y yo, que destas cosas ninguna en mí siento, ¿qué puedo pensar, sino que soy uno de los montes de Gelboe, por quien de largo se pasa sin poner sus pies el que se digna de visitar y consolar los demás?» (ibidem).
«Repara que, cuando los fariseos hinchados multiplican desprecios del Señor, un soldado hace alarde de veneraciones; aquéllos no se dignan de venir a Él, y el centurión se espanta de que el Señor se digne ir a su casa» (Baltasar Gracián, El comulgatorio [1655]).
«Cuando los hinchados fariseos no se dignan de miraros, un príncipe de los publicanos solicita el veros» (ibidem).
REAL ACADEMIA ESPAÑOLA: NTLLE y Diccionario panhispánico de dudas (fechas de consulta: 5 y 12 de septiembre de 2022).
Fundéu RAE (fechas de consulta: las mismas).
Libros de dominio público de GOOGLE BOOKS y del depósito de investigación de la Universidad de Sevilla (fechas de consulta: las mismas).