ENGLISH SPOKEN

Dos son los campos principales en los que se desarrolla la guerra contra la anglicanización universal: el primero, el de la educación, en donde hay que combatir el mal llamado bilingüismo, que conduce a sustituir poco a poco el español por el inglés en escuelas y universidades; el segundo, el de las señales y carteles informativos que se colocan en los lugares públicos. En este segundo campo la lucha consiste en no seguir la tan habitual costumbre de usar solo solo el español y el inglés (y, en su caso, la lengua regional correspondiente), sino en usar, además, otros idiomas, esto es, en imitar lo que se hace en Francia. Allí, por imperativo de la ley de Toubon, que es la que protege la lengua nacional, cuando es necesario anunciar alguna cosa en algún idioma extranjero, se obliga a que se empleen, al menos, dos. Por eso no es raro encontrar en los aeropuertos los letreros en francés, inglés y chino; y en el metro de París, en francés, inglés y español; y en otros lugares, además, en italiano y alemán (y lo dicho de los carteles es aplicable a los avisos que se dan por altavoces y otros medios sonoros).



También vemos que la ley de Toubon rige en Internet. Así, por ejemplo, en la página de Gallica, que es la ciberbiblioteca de la BnF (Bibliothèque nationale de France) y de sus colaboradores, aunque el recibimiento está solo en francés e inglés, todo lo referido a la búsqueda de libros está disponible en francés, inglés, alemán, español, italiano y ruso. Y en la página del Consejo de Estado, gran parte de la información (aunque es verdad que no toda y que depende del idioma) puede hallarse en francés, inglés, alemán, español, italiano, portugués, ruso, ucranio, árabe, chino y japonés.


Ni que decir tiene que semejante política facilita enormemente el moverse por Francia, tanto en el ámbito real como en el digital, a quienes no entiendan o entiendan poco el francés o el inglés. No obstante, el principal propósito de esta defensa del plurilingüismo es diferente (es político, en sentido amplio, o ideológico): que no se entienda que el inglés es la única lengua de peso internacional, la lengua general y común a todos los seres humanos, y, por ende, que el francés es una lengua particular, la lengua de unos pocos, sino que ambas lenguas conviven en el mundo con otras lenguas de gran peso; ya que el atribuir al inglés tan sublime cualidad lleva, en nombre de la mejor comunicación entre las personas y los pueblos, a la postergación de las demás lenguas y a que a la larga las acabe sustituyendo totalmente, como vemos que está sucediendo precisamente en el otro campo de batalla al que nos referíamos: el de la educación, donde el uso del inglés ya no se limita a las asignaturas consideradas fáciles y a las tecnológicas, sino que se está extendiendo imparablemente a todo (comercio, turismo, artes, ciencias políticas y de la comunicación…). Por eso en el año 2022 las asociaciones de defensa de la lengua francesa celebraron por todo lo alto que se obligase a cumplir la ley de Toubon en la Torre Eiffel y, por consiguiente, a poner los carteles, además de en francés e inglés, en español: porque no se concedía la «primacía al angloamericano», como ellos lo llaman.



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