EL INGLÉS NO ES DE NADIE
En el año 2016 el Reino Unido de la Gran Bretaña e Irlanda del Norte decidió dejar la UE —lo que se conoce con el nombre de brexit—. Desde entonces, algunos se preguntan qué pasará con el inglés en las instituciones comunitarias, habida consideración que ya solo es la lengua de Irlanda y Malta —naciones no muy poderosas que digamos—; bien que la respuesta la dan los hechos: el idioma de Shakespeare sigue siendo el más usado en tales instituciones; que el Reino Unido se vaya no se nota en lo lingüístico.
Pero hubo una vez en que cierto eurócrata, con ánimo de mofarse de las personas que con él se hallaban, dijo que el inglés perdería peso en el continente y que sería sustituido por otros idiomas —principalmente, por el francés—, lo cual asustó sobremanera a los anglomaníacos, cuyo número es inmenso.
Como los devotos del globish no entendieron de buenas a primeras que aquello se decía de broma, se alzaron, indignados, alegando que el francés lo sentían muy suyo los de las Galias, a diferencia del inglés, que nadie lo consideraba de su propiedad y que, por tanto, no era de nadie.
¡Donoso disparate!
¿Cómo no han de considerar los anglosajones que el inglés es su idioma? Los hablantes nativos de cualquier lengua analizan el mundo y se relacionan con él por medio de esa lengua —la cual les sirve para aprender, en su caso, otras—. Por eso, precisamente, decimos que es su lengua.
Solamente se llaman lenguas «de nadie» las artificiales o simplificadas, ya que ninguna persona las tiene por lengua materna.
Guste o no guste, el inglés es, como el francés y todos los demás, un idioma étnico; y, como tal, se halla vinculado a una cultura y a una tradición. Esto se echa de ver, mayormente, en los refranes y las frases hechas, que aluden a acontecimientos, anécdotas y situaciones que los extranjeros que estudian tal lengua no pueden comprender a primera vista valiéndose solo de la gramática. Los idiomas inventados carecen de tales vínculos, bien totalmente (el esperanto y el ido), bien de manera parcial (el latín simplificado o interlingua, que dice relación al conjunto de las naciones occidentales).
Quienes proclaman que el inglés no es de nadie quieren decir, en realidad, otra cosa muy distinta: que la cultura y la lengua anglosajonas deben tenerse por universales y que las demás han de subordinarse a ellas para siempre.