LA CONSTRUCCIÓN «NO + ADJETIVO»
Hoy en día se usa mucho el adverbio no antepuesto al adjetivo. No paramos de oír cosas como «comunicación no verbal», «pagos no recuperables», «productos no tóxicos», «creyentes y no creyentes», «no residentes», «no perjudicial para el medio ambiente», «no durable»…
Algunos críticos han tachado de anglicada la dicha construcción —ciertamente, los anglosajones la tienen y la usan con frecuencia—. Por lo general, tales críticos recomiendan evitarla siempre que haya un adjetivo español que supla el uso del adverbio no (así, por ejemplo, fugaz, pasajero o inestable en lugar de no durable; transeúntes o residentes en país extranjero en lugar de no residentes; o inocuo en lugar de no tóxico).
Pero ¿tienen razón los críticos? ¿Nuestros antepasados no hablaban así?¿Anteponer el adverbio no al adjetivo es fruto de la influencia de la lengua inglesa? ¿Tanto ha cambiado nuestro idioma en unos pocos años?
Si consultamos los libros que se escribieron en los siglos XVI y XVII, que es cuando el idioma español queda fijado, quizás nos llevemos una sorpresa.
Así, si buscamos en el CORDE de la RAE y en la biblioteca virtual que lleva el nombre del gran Miguel de Cervantes, hallaremos que la construcción «no + adjetivo» se usaba en la época clásica —no mucho, pero se usaba— y que los escritores no la evitaban por el mero hecho de tener otras palabras con que suplirla.
Sin ir muy lejos, comprobamos que la empleó varias veces el famosísimo Fray Luis de León en su obra De los nombres de Cristo [1583]:
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«Mas veamos lo que escribe de este nuestro camino Isaías: “Y habrá allí senda y camino, y será llamado ‘camino santo’. No caminará por él persona no limpia, y será derecho este camino para vosotros; los ignorantes en él no se perderán. No habrá león en él, ni bestia fiera, ni subirá por él ninguna mala alimaña. Caminarle han los librados, y los redimidos por el Señor volverán, y vendrán a Sion con loores y gozo sobre sus cabezas sin fin. Ellos asirán del gozo y de la alegría, y el dolor y el gemido huirá de ellos”».
(Aquí el agustino podía haber dicho impura o sucia, pero no lo hizo).
«… mucho es de maravillar con qué juicio los poetas, siempre que quisieron decir algunos accidentes de amor, los pusieron en los pastores, y usaron, más que de otros, de sus personas para representar esta pasión en ellas; que así lo hizo Teócrito y Virgilio. Y ¿quién no lo hizo, pues el mismo Espíritu Santo, en el libro de los Cantares, tomó dos personas de pastores para por sus figuras de ellos y por su boca hacer representación del increíble amor que nos tiene? Y parece, por otra parte, que son personas no convenientes para esta representación los pastores, porque son toscos y rústicos. Y no parece que se conforman ni que caben las finezas que hay en el amor y lo muy propio y grave de él con lo tosco y villano».
(Podía haber dicho ineptas o inadecuadas).
«Porque, por una parte, había decretado Dios de ensalzar al hombre sobre todas las cosas; y, por otra parte, había firmado que si pecase le quitaría la vida del alma y del cuerpo; y había pecado. Y, así, si cumplía Dios el decreto primero, no cumplía con el segundo; y, al revés, cumpliendo el segundo dicho, el primero se deshacía y borraba; y, juntamente con esto, no podía Dios, así en lo uno como en lo otro, no cumplir su palabra, porque no es mudable Dios en lo que una vez dice ni puede nadie poner estorbo a lo que Él ordena que sea. Y cumplirlo en ambas cosas parecía imposible. Porque, si a alguno se ofrece que fuera bueno criar Dios otros hombres no descendientes de aquel primero, y cumplir con estos la ordenación de su gracia, y la sentencia de su justicia ejecutarla en los otros, Dios lo pudiera hacer muy bien sin ninguna duda; pero todavía quedaba falta y, como menor, la verdad de la promesa primera; porque la gracia de ella no se prometía a cualesquiera, sino a aquellos hombres que criaba Dios en Adán, esto es, a los que de él descendiesen».
(Podía haber empleado el siguiente giro: que no descendiesen).
«Paréceme —dijo Sabino— que, como el hijo de Príamo, que puso su amor en Elena y la robó a su marido, persuadiéndose que llevaba con ella todo su descanso y su bien, no solo no halló allí el descanso que se prometía, mas sacó de ella la ruina de su patria y la muerte suya, con todo lo demás que Homero canta de calamidad y miseria; así, por la misma manera, los no dichosos por fuerza vienen a ser desdichados y miserables, porque aman como a fuente de su descanso lo que no lo es; y, amándolo así, pídenselo y búscanlo en ello, y trabájanse miserablemente por hallarlo, y al fin no lo hallan; y así, los atormenta juntamente y como en un tiempo el deseo de haberlo y el trabajo de buscarlo y la congoja de no poderlo hallar; de donde resulta que no solo no consiguen la buena dicha que buscan, mas, en vez de ella, caen en infelicidad y miseria».
También la usó el agustino en la Exposición del libro de Job:
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«“La tierra cava con el pie, arremete con brío; saldrá a los armados al encuentro”. Es de los caballos el patear y herir en el suelo, porque no les da sosiego su grande espíritu, y es proprio de los no lerdos; que los generosos son bulliciosos, y esos mismos arrancan alegres y llenos de corazón al encuentro» (capítulo XXXIX).
(Podía haber dicho despabilados, avispados, vivaces…).
Otra obra clásica en la que hallamos varios ejemplos de la anteposición del no al adjetivo es la Historia de la vida y hechos del emperador Carlos V [1604-1618], de fray Prudencio de Sandoval:
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«… porque creía que el príncipe don Carlos no vendría en estos reinos ni estaría de asiento en ellos a los regir y gobernar como era menester, y estando como estaba fuera de ellos en la tutela de personas no naturales, que mirarían antes a su proprio interese que no al del príncipe, ni al bien común de los reinos».
«Que, por el amor grande que siempre tuvo a estos reinos, sentía mucho que se hubiese mirado tan mal en ellos su voluntad y no agradecido las mercedes crecidas que les había hecho; que faltasen a la fidelidad con que siempre sirvieron como buenos y leales vasallos a los reyes sus progenitores; que no podía creer sino que personas particulares, por particulares intereses, habían causado semejantes levantamientos, y que porque una de las causas más principales de que los del reino se agraviaban era por estar la gobernación en persona no natural…».
(En este caso y el anterior el escritor podía haber usado adjetivos como extranjeras o forasteras para referirse a tales personas).
«Que tuviese la mano con Su Santidad para que en alguna manera oyese a los franceses ni les admitiese algún ofrecimiento que le hiciesen, ni Su Beatitud se inclinase por alguna manera a querer intentar cosa de hecho ni por fuerza; mas antes se redujese a pacificación con el duque, siguiendo la justicia si todavía estuviese en esta determinación, sin pasión ni indignación, remitiéndolo a personas no sospechosas…».
(Podía haberse dicho fiables o imparciales).
«… que el capitán Sanserrio vino en esta concordia de rendir el pueblo por unas cartas contrahechas que en nombre del duque de Guisa un atambor francés —que del lugar había salido y pasádose al ejército imperial a rescatar unos cautivos— había llevado. Y que se las había dado disimuladamente un hombre no conocido, fingiendo que era criado encubierto del duque de Guisa, y que había al venido disimuladamente para si pudiese entrar con aquel despacho en la ciudad. Las cartas eran compuestas con todo artificio, contrahaciendo la letra, firma y sello y estilo que tenían, que en todo parecían a la nota y mano del secretario del de Guisa…»
(Se podía haber dicho desconocido sin ninguna dificultad).
Y en otros libros antiguos que están digitalizados en la Red encontraremos más ejemplos del uso de esta construcción supuestamente anglicada. Así por ejemplo:
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«… los filósofos que bien sintieron no pusieron ni contaron las riquezas en el número de los bienes que por sí deben ser deseados; antes los que más las quisieron favorescer les dieron nombre de “bienes de fortuna”, como si los llamaran “una cosa incierta, caduca y no durable, que huye presto de la posesión de los hombres, sin tener en sí algún valor o poder para hacerlos más bienaventurados, ni los que no las alcanzan dejan por ello de ser virtuosos o menos felices”» (Juan Costa, Gobierno del ciudadano instruido [1584], página 401).
«Mas los beneficiados o capellanes que estuvieren enfermos ganen todos los frutos de sus beneficios y capellanías, pie de altar y aventuras como lo ganan los que residen, con tal que hagan decir las misas que estuvieren a su cargo, excepto si en las fundaciones de tal beneficio o capellanía estuviere ordenado que el enfermo o no residente no gane o gane una cierta cuantidad» ( Constituciones sinodales del obispado de Osma, hechas y ordenadas por el reverendísimo señor don Sebastián Pérez [1586], página 100).
«Y yo, cual heno seco no durable, / seco he quedado y muy desflaquecido» (Juan de Soto, Exposición parafrasística del psalterio de David en diferente género de verso español [1612], folio 264 vuelto).
«Pues, sin embargo que la naturaleza subtil de nuestro espíritu se huye de nuestros ojos, con todo eso, su ágil movimiento y sus bravos discursos muestran que no solamente tenemos un espíritu por el cual vivimos, sino un espíritu divino, sagrado, puro, admirable, no finito, no mortal, no mezclado, incorpóreo y no palpable» (Francisco de Cáceres, Los siete días de la semana [1612], folios 152 y 152 vuelto).
«Pero nosotros —que vivimos siempre a la vista de aquella divina centinela, que desvalija los más ocultos secretos del pecho, y que antevemos la pena eterna con que castiga— no tenemos otro refugio sino acudir a la inocencia de la vida, porque ni podemos inventar fuga de la vista de una ciencia tan llena que alcanza el más oculto y alejado retiro de los pensamientos, ni podemos despreciar el castigo en consideración que es leve o no durable. Porque la intención de la pena es suma: la duración sempiterna; y así tememos, no al juez que juzga a los que temen a Dios, sino a Aquel a quien debiera temer el procónsul» (Pedro Manero, traducción de la Apología, de Tertuliano [1644], página 187).
(En estas cinco citas hallamos ejemplos que, como hemos mencionado al principio, suelen criticarse expresamente).
«Esto, pues, ha persuadido el demonio a los gentiles: que no creyesen lo que dijese el cristiano. Por esto, si decimos que “Dios ha de juzgar todo el linaje humano”, se ríen de nosotros; y, si los poetas y filósofos levantan en el infierno un tribunal, lo creen, porque los no cristianos lo dicen» (ibidem, página 198).
(Podía haber dicho paganos o infieles).
«Los nombres adjectivos verbales y no verbales y los nombres adjectivos o substantivos verbales y no verbales acabados en -qui hacen el abstracto en -cayotl…» (Horacio Carocci, Arte de la lengua mexicana, con la declaración de los adverbios della [1645], folio 53).
«Finalmente, sepas que nunca pueden los soldados, o porque no se pagan, o por estos servicios no remunerados, hacerse la compensación en los bienes de los paisanos y vasallos del príncipe a quien sirven» ( El soldado católico que mueve dudas a su confesor [1649], página 289).
¿Alguien necesita más pruebas para convencerse de que la construcción «no + adjetivo» es propia de nuestra lengua y de que, por tanto, no merece tacha?
REAL ACADEMIA ESPAÑOLA: Banco de datos (CORDE) [en línea]. Corpus diacrónico del español [fechas de la consulta: 4 y 5 de julio de 2023].
Miguel de Cervantes, biblioteca virtual [https://www.cervantesvirtual.com/], fechas de la consulta: las mismas.
Libros de dominio público de GOOGLE BOOKS, consultados también en las mismas fechas antedichas.